Ante un auditorio compuesto por estudiantes, docentes y activistas sociales, la investigadora Silvia Ribeiro del Grupo ETC, expuso respecto a las consecuencias que tiene el acelerado proceso de desarrollo tecnológico impulsado por las grandes corporaciones. Indicó que vivimos “una debacle ambiental y social” que no puede ser resuelta bajo la lógica de acumulación capitalista.
Según señaló Ribeiro, en los últimos años se ha acelerado el proceso de concentración del capital, las empresas más grandes fueron devorando a las pequeñas y ahora asistimos a las mega fusiones de gigantescas corporaciones en diversas áreas de la economía.
De acuerdo a los datos brindados por la investigadora, las empresas informáticas ocupan hoy los primeros lugares entre las compañías más grandes y poderosas del mundo, debido al gran negocio de la acumulación de datos, conocido como “big data”, que permite el desarrollo de inteligencia artificial y una mayor capacidad de dominación sobre la población por parte de las empresas, ya que conocen absolutamente toda la información referida a los potenciales usuarios o clientes. El uso masivo de datos abarca prácticamente todas las áreas de la sociedad, desde la política, donde las grandes compañías manipulan las informaciones que recibirán los ciudadanos antes de un proceso electoral, hasta la agricultura, donde unas pocas corporaciones concentran la información respecto al suelo, clima y las semillas.
A esta concentración del capital se suma el surgimiento de nuevas tecnologías en función a la lógica de acumulación de las corporaciones; la convergencia de las nuevas tecnologías y la concentración del capital vienen generando efectos devastadores en el ámbito social y ambiental. Una de las principales crisis que vive la humanidad, según indica Ribeiro, es la erosión de la biodiversidad; actualmente el ritmo de extinción de especies en el planeta es superior al de la época de los dinosaurios.
Para la investigadora, encontrar la causa de la crisis socioambiental que vive la humanidad no resulta muy complicado “esta crisis se generó en los últimos 50 años, por un modo de producción, acumulación y consumo llamado capitalismo, que está basado en la explotación de los seres humanos y los ecosistemas sin ningún límite, por ambición de ganancia” señala con énfasis al tiempo de recordar que la acumulación y la tecnología han dejado a los 8 hombres más ricos del planeta con más recursos que el 50% más pobre de la población mundial.
Las corporaciones intentan resolver las crisis que desatan, con mayor desarrollo tecnológico, sin embargo las nuevas tecnologías terminan actuando sobre los efectos de las crisis y no sobre las causas por lo cual generan nuevos problemas y crisis aún más profundas, concluye Ribeiro. La investigadora insiste en que todo ese desarrollo tecnológico generado en función a la necesidad de acumulación de las grandes corporaciones, no es necesario para mantener una buena vida para la mayoría de la población, por eso señala que es fundamental que la población comprenda todos los riesgos que se vienen generando con este modelo de desarrollo y apunte a una forma de vida alejada de la explotación de los seres humanos y los ecosistemas.
¿Y el agronegocio?
Ribeiro dedicó una mención especial a mostrar cómo se vive el proceso de concentración de capital, información y desarrollo de nuevas tecnologías en la agricultura y la producción de alimentos. Indicó que el proceso que se da en los demás sectores de la economía se traslada a este ámbito; así de las siete grandes empresas dedicadas al agronegocio de una década atrás, hoy quedan solo cuatro, producto de las mega fusiones entre Dupont y Dow, ChemChina y Syngenta y la más reciente, Bayer y Monsanto, estas tres gigantescas corporaciones junto a la BASF dominan prácticamente el 100% del mercado de semillas y agrotóxicos.
Al mismo tiempo, el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas al agronegocio como los transgénicos, siguen desarrollándose. Los transgénicos, que en un principio fueron presentados como la solución al problema del hambre, no lograron subsanar esta crisis sino que por el contrario generaron efectos ambientales y sociales gigantescos, según señaló Ribeiro.
Recordó que desde el inicio de los transgénicos se ha profundizado el uso de miles de litros de venenos que son derramados en los suelos generando graves problemas al medioambiente y de salud a la población, como sucede con el glifosato, un agrotóxico comercializado principalmente por la Monsanto (hoy Bayer) que fue declarado como un agente cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud. Mientras el capital intenta imponer que los transgénicos son algo extendido a nivel global, la realidad muestra que el 99% de los cultivos genéticamente modificados se producen solo en 11 países del mundo, entre ellos Paraguay, que ocupa el 6to lugar en producción transgénica, con las consecuencias que eso acarrea para la población en general y los campesinos y campesinas en particular.
Ante la insostenibilidad de los transgénicos tradicionales, las corporaciones del agronegocio apelan ahora a la generación de un nuevo tipo de OGM, basado en la biología sintética que produce los principios activos de ciertos cultivos de forma artificial en tanques de fermentación. Así sucede actualmente con el Ka´a He´e que se produce artificialmente en los tanques de ciertas corporaciones, perjudicando a los pequeños productores y sin analizar los impactos en la salud humana que podrían tener estos nuevos organismos.
A estas nuevas tecnologías se suma el uso masivo de datos en la agricultura llamada ‘agricultura de precisión’, donde las mega corporaciones de maquinarias agrícolas acumulan datos proveídos por las máquinas que se comercializan en todo el mundo, a fin de generar una base de datos que les permita vender un “paquete tecnológico completo”, es decir: semillas, agrotóxicos, y una información detallada sobre el clima, además de un seguro contra los efectos climáticos a cada agricultor industrial específico para el lugar donde se encuentre, aumentando así la ganancia de las corporaciones.
Ante esta situación Silvia Ribeiro señaló que es cada vez más importante fortalecer la agricultura campesina que produce más variedad de alimentos que son mejores y saludables, al contrario de los transgénicos. Revalorizar la agricultura y tender puentes entre el campo y la ciudad, entre productores campesinos y consumidores es la clave para salvaguardar la alimentación y el futuro de la humanidad, indicó.