Región Atitalaquia-Tula-Apaxco: Hacia un modelo de restauración ecológica

Benjamín Ortiz Espejel

02/20/2020

Contexto y problemática

La región Atitalaquia-Tula-Apaxco se localiza al suroeste del estado de Hidalgo. La conforman los municipios de Tula de Allende, Tepetitlán, Tezontepec de Aldama, Atotonilco de Tula, Atitalaquia, Tlaxcoapan, Tlahuelilpan, Tepeji del Río de Ocampo, Chilcuautla, Mixquiahuala de Juárez, Progreso de Obregón y Tetepango, así como Apaxco en el Estado de México. En las últimas cuatro décadas, se ha presentado en ellos un intenso y desordenado crecimiento a raíz de la industrialización y el crecimiento urbano de la Ciudad de México.

La región presenta una problemática ambiental sumamente delicada, perfilándola hacia una constante degradación ecológica y social. La fuente de la contaminación ha sido el río Tula, que funciona como colector de aguas negras e industriales provenientes de la Ciudad de México y del Estado de México.

 

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Figura 1

En la región Atitalaquia-Tula-Apaxco existen, además, una refinería, una termoeléctrica, cinco plantas cementeras que incineran residuos, tres caleras y múltiples fábricas de alimentos, plásticos y productos agrotóxicos. La concentración de contaminantes ha sido tal, que se han presentado de forma recurrente episodios explosivos. Por su volumen, las principales industrias en descargar sus aguas residuales al sistema hidrológico regional son: la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos  de la Comisión Federal de Electricidad, con un volumen de descarga anual de 18 millones de metros cúbicos; y la Refinería Miguel Hidalgo de Pemex, con 9 millones de metros cúbicos.

El río Tula descarga a su vez sus aguas en la presa Endhó, un embalse construido entre 1947 y 1953. La presa Endhó comenzó a recibir aguas negras desde 1975, y, por ello, comenzaron a sedimentarse productos altamente tóxicos en ella, convirtiéndola en fuente de contaminación de los mantos freáticos que alimentan los pozos de agua potable de las comunidades ribereñas. Además, las aguas de la presa sirven de ámbito para la reproducción de mosquitos, dificultando las condiciones de vida de las comunidades. Por esta situación, se ven afectadas día con día alrededor de 273 localidades, con más de 175 mil habitantes en total.

En la Figura 1 se puede apreciar la ubicación actual de caleras, cementeras y pozos contaminados alrededor de la presa Endhó, así como las áreas de riego y los pueblos desplazados. La Figura 2 corresponde a la línea del tiempo de la problemática ambiental de la región Atitalaquia-Tula-Apaxco. Se han establecido tres épocas. La primera inicia con la construcción de la presa que promovió el turismo, la pesca y las primeras tierras de riego, y se extiende hasta 1975. Empezó entonces la segunda época con la llegada de las aguas negras de la Ciudad de México, y comenzaron los problemas de proliferación descontrolada de lirio acuático y la aparición de la plaga de mosquitos. Lo anterior se agravó entre 1978 y 1987, cuando se amplió la refinería al doble de su capacidad y se iniciaron las actividades de la termoeléctrica. Esta situación desbordó la crisis social, y dio inicio a la tercera época, en 1980, que podemos llamar de crisis ambiental, y que continúa hasta la fecha. En esta última se ubican las explosiones de plantas agroquímicas (Atitalaquia en 2013), la proliferación de las caleras cementeras y su consecuente contaminación del aire. Finalmente, también en la tercera época se construye la Planta Tratadora de Aguas Residuales de Atotonilco, clasificada como la más grande de América Latina, pero que paradójicamente no logra tratar ni el 50% de las aguas residuales de la Ciudad de México. Más aún, las aguas tratadas por la planta no son bien recibidas por los agricultores de los distritos de riego cercanos, quienes acusan una supuesta baja productividad en sus cultivos.

Pie: Figura 2.

El estado del agua y el aire en la región Atitalaquia-Tula-Apaxco es alarmante. Estudios realizados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sobre contaminación de pozos de uso público urbano han contabilizado siete con presencia de plomo, arsénico, mercurio y manganeso que rebasan los límites de las normas oficiales. Respecto a la calidad del aire, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) ha realizado estudios preliminares, y los resultados a la fecha demuestran una situación crítica.

Del mismo modo, el estado de salud de la población no está debidamente documentado ni estudiado, pese a las reiteradas llamadas de atención de las poblaciones locales, quienes manifiestan un alto número de casos de cáncer y enfermedades infecciosas, dermatológicas y renales. Ante la gravedad de esta situación, la sociedad local se ha organizado.

Dos de los más importantes movimientos ciudadanos que han detonado la actuación de los gobiernos federales y estatales son: el Movimiento Social por la Tierra (MST) y el Frente de Comunidades Contra la Incineración (FCCI). Desde hace varios años, el MST realiza una intensa gestión en la región, y tiene, entre otras demandas, las de regularizar las acciones de control del mosquito y atender los pozos de agua contaminada. Asimismo, el FCCI ha manifestado reiteradamente su lucha contra las emisiones contaminantes de empresas cementeras y de agroquímicos. La movilización ciudadana promovida por estas y otras organizaciones ha logrado visibilizar la crítica situación de la región Atitalaquia-Tula-Apaxco, que ya se vislumbraba desde 1977 en el documental Etnocidio: Notas sobre el mezquital de Paul Leduc.

Acciones de atención

Desde 2018, la Semarnat comenzó a diseñar un programa estratégico para la recuperación del saneamiento ambiental de la región Atitalaquia-Tula-Apaxco. Para ello se han planteado tres pasos clave: (1) la atención directa a la población, escuchando y coordinando las demandas y propuestas de solución en mesas de trabajo; (2) el diseño de un plan integral de carácter sectorial e intersectorial para el saneamiento de la presa Endhó y de la cuenca atmosférica de dicha zona; y (3) la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la declaratoria en la que se asienta que la región Atitalaquia-Tula-Apaxco es zona de restauración ecológica.

Para el primer paso, se han llevado a cabo reuniones de trabajo y comunicación permanente

con las organizaciones sociales mencionadas, escuchando y atendiendo sus demandas y coordinando acciones para el diseño del plan integral. Para el segundo, se ha convocado a reuniones de coordinación del sector ambiental federal, donde participan la Conagua, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), el INECC, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), la Comisión Ambiental Metropolitana (CAMe) y la Semarnat. Esto ha implicado sesiones de trabajo conjunto de gran sinergia y originalidad. Se ha establecido contacto y coordinación con las acciones de atención que el gobierno del estado de Hidalgo está llevando a cabo al igual que con aquellas de la representación del gobierno federal en la misma entidad. Con estos pasos, se están construyendo acuerdos básicos entre organizaciones sociales, los tres niveles de gobierno y diferentes sectores, como los de salud, agricultura y economía, que históricamente habían trabajado de manera descoordinada.

Finalmente, el tercer paso es la publicación de la declaratoria desde la Semarnat para hacer de la región Atitalaquia-Tula- Apaxco una zona de restauración ecológica (art. 78 de la Ley General de Equilibrio y Protección del Ambiente). Esta declaratoria apuesta a lograr, por un lado, una clara asignación de presupuesto tanto federal como estatal bajo una coordinación de atención con enfoque socioambiental y, por el otro, un apoyo decisivo del sector industrial para que se sume a las acciones de atención.

Reflexión final

Es necesario atender la histórica deuda ambiental con la región Atitalaquia-Tula-Apaxco. Ello implica resignificar lo ambiental como una perspectiva y una estrategia integral de atención a la población para remontar la grave crisis en la que se encuentra. En este sentido, lo ambiental no es sinónimo de lo ecológico aislado de la sociedad; lo ambiental es el campo de interrelación material ,político y simbólico entre problemas sociales, económicos y ecológicos. El caso en cuestión representa solo un ejemplo paradigmático de las regiones de México y del mundo donde están surgiendo intensas luchas sociales por visibilizar modos de vida sustentables. En este sentido, es posible decir que se trata de territorios sociales de la esperanza, donde organizaciones locales de gran arraigo histórico defienden su identidad cultural, y desarrollan estrategias y alternativas de vida digna.