Manos a la obra…
¿Cómo educarnos para la acción? En la acción misma. El don de promover acciones y pequeños cambios sostenibles —para lograr acciones y grandes cambios a largo plazo— se traduce en un tejido de encuentros humanos eficaces a través del diálogo y la observación. Jalil Aragón, promotora socio-ambiental y una de las responsables del proyecto Cuenca Sana-Comunidad Sana junto con Agustín Madrigal, director de Salvemos el Río Laja, impulsan estas acciones.
Estadísticas de la Secretaría de Salud y Asistencia indican que en México tres de cada diez niños son diabéticos. Tanto la pobreza y el desconocimiento como la variabilidad climática están resultando en jóvenes con dietas perjudiciales. Esto afecta su desarrollo físico y cognitivo. Debilita su sistema inmunológio y aumenta la vulnerabilidad ante las infecciones y la enfermedad.
Ponerle remedio a esta situación implica compromiso y acción. Cuenca Sana-Comunidad Sana ha reunido los testimonios de 250 familias de Juan Xidó Cabras, Agustín González, Cañada de las Flores, Doña Juana, Sosnabar y Puerto de Nieto (Guanajuatito, Santas Marías y Puerto de Nieto). El diagnóstico sobre la salud de la población reflejó que un 50 por ciento de los entrevistados tiene conocimiento sobre casos de diabetes y presión alta. Sin embargo, menos de la mayoría están familiarizados con gastritis, asma, cáncer, artritis, colesterol alto y colitis.
Desde julio pasado los promotores de este proyecto se han presentado de casa en casa con la intención de familiarizar a la población sobre temas como una alimentación sana preventiva y la promoción de ecotecnias, además de la construcción y producción de huertos y viveros. Incluso, se habló de la importancia de un turismo basado en la naturaleza que incentiva la conservación, regeneración y reforestación de los ejidos con un enfoque de adaptación al cambio climático.
Los cuestionarios —dirigidos a familias donde las madres suelen ser amas de casa o encargadas de la tiendita de la comunidad y la mayoría hace faenas en el campo, mientras que los padres son en su mayoría albañiles, agricultores, jardineros o encargados de mantenimiento y empleados de otro tipo— revelaron que un 99 por ciento de los casos están interesados en participar en este proyecto de salud a través de la sana alimentación y la restauración del hábitat. Sobre todo reconocieron la importancia de que los niños y jóvenes participen en los programas escolares diseñados por Cuenca Sana-Comunidad Sana.
¿Qué consumen estas familias? La mayoría frijol, arroz, sopas, lentejas, huevo, papas, salsa, tortillas, nopales y verduras (pepino, lechuga, jitomate). La mayoría intenta añadir carne roja, pollo o pescado a su dieta, por lo menos una vez a la semana. También la mayoría toma agua de frutas con azúcar con las comidas y leche dos veces al día. Por lo menos una vez a la semana toman refresco. Una minoría no toma refrescos. Pocos comen frutas. Aproximadamente el 50% mencionó el consumo de atoles, avena, café y agua natural. Entre su gastos indispensables está la compra agua de garrafón. En algunas comunidades se escucha decir: “Ya nos dijeron que el agua de pozo está contaminada”.
La generalidad se siente afectada por el cambio climático y aunque no lo manifiestan con esta terminología lo expresan con acontecimientos muy cercanos: “No ha llovido mucho o ya no llueve igual.” Dejaron de sembrar la milpa por la falta de lluvia. Además, los campos “están abandonados”. Reconocieron les falta “información y ánimo” para saber cómo salir de esta situación. “Todos los años había producción, ahora no. Un año sí y otro no. La tierra ya no es fuerte”. El limón se ha dado poco… El níspero que antes era abundante ahora tiene pocas flores. “Los frutos ya no crecen mucho”. La falta de agua y la plaga de chapulines, las ardillas y los borregos se comen los frijoles.
No se trabaja la milpa porque “muchos se van a trabajar fuera a la ciudad o migran”. Algunos prefieren vender la tierra que trabajar la milpa porque es muy difícil. Llegan plagas, no hay conocimiento de cómo producir y la falta de organización y de credibilidad les impide continuar. Prefieren vender.
Las estaciones están cambiando. Disminuye la flora y la fauna. “La vegetación se está terminando, los arroyos se secan, al igual que los manantiales”. Los huizaches se secan también porque tienen muérdago. Mejor tirar los árboles para hacer cercas y corrales para los animales”.
“Antes iba al cerro y comíamos de él. Ahora ya no hay nada… ni nopales”. Más calor, menos agua y menos árboles. Las aves que ayudaban con el control del chapulín se han ido en su mayoría. Ahora el chapulín se come la milpa. Los pelícanos de la Presa Allende se han ido también.
Ante este panorama desolador la importancia de un proyecto como Cuenca Sana-Comunidad Sana cae por su propio peso. La capacitación de promotores para hacer este diagnóstico inicial va acompañado de un manual de alimentación preventiva donde se le informa a la población desde cómo preparar la comida, los tiempos de cocción, uso de utensilios, suplementos naturales y los beneficios de consumir alimentos naturales sin procesamientos industriales, entre otras cosas. Asimismo, se ha entregado un diario alimentario y almácigo para semillas de los alimentos que consumen. En este diario de alimentación los niños anotan lo que comen durante dos semanas. De ahí se derivan prácticas para sembrar las semillas de las verduras y frutas que ya consumieron.
Esto da pie a la creación de huertos de traspatio. Se plantea el rediseño de las economías familiares que incluye la producción de hortalizas, así como el viverismo y la fruticultura. De esta manera se dialoga acerca de la importancia de trabajar las milpas de manera integral y eficiente. De ahí la necesidad de ofrecer talleres de conservación y restauración de milpas, cosecha de agua de lluvia y prácticas ahorradoras de agua. La mayoría tiene fosa, calentador solar y reciclan aguas grises del baño y cocina para sus plantas. Los desperdicios van para los animales o la composta. Algunos colectan agua de lluvia en tambos. Pocos mencionan la posibilidad de tener baños secos haciendo sus necesidades en el monte.
Siendo que una de las principales amenazas a la salud proviene del agua de pozos con altos niveles de arsénico y flúor, el proyecto Cuenca Sana-Comunidad Sana contempla la organización de comités para la construcción de sistemas de cosecha de lluvia.
Finalmente, la última etapa requerirá de mayor participación por parte de las comunidades. Se invitará a especialistas para desarrollar los proyectos de fruticultura y viverismo. Las comunidades van a poder producir para el consumo interno y externo. En esta etapa también se abordarán los temas de variabilidad climática, el sobrepastoreo, la extracción ilegal de la tierra de hoja, la deforestación, la extracción ilegal de arena de arroyos y ríos, afectando no sólo el paisaje sino los ecosistemas, las actividades económicas y agropecuarias locales. Habrá diálogos, intercambios entre las distintas comunidades para diseñar proyectos similares y efectivos que puedan reproducirse en otras localidades. Y así, multiplicar esfuerzos hasta sanar la tierra, sanar la comunidad, sanar la cuenca.