El decreto presidencial que marca el fin del glifosato y el maíz transgénico en México es un hito y el primer paso para transformar nuestro sistema agroalimentario y debe servir para impulsar el cambio de modelo agrícola; de uno agroindustrializado basado en agroquímicos dependiente de las empresas transnacionales como Bayer-Monsanto, a uno agroecológico que ofrece soluciones a problemas de fertilidad de suelos y plagas locales, permite diversificar los cultivos, proteger la biodiversidad y la salud de las campesinas, campesinos y personas consumidoras.
A través de la regeneración de suelos y el uso de técnicas como el manejo de arvenses o la implementación del uso de bioinsumos que promueve la agroecología, se pueden tener suelos sanos, aumentar los rendimientos en la producción, hacer frente a las amenazas del cambio climático y ofrecer alimentos nutritivos y de bajo impacto ambiental a las y los consumidores.
Actualmente, en México nos encontramos en un momento de cambios decisivos, cambios de raíz que están tocando intereses económicos muy grandes y justo por eso es que el gobierno federal no debe retroceder ni ceder ante las presiones de Estados Unidos. La eliminación del glifosato y los transgénicos es una tendencia mundial, varios países han decidido ponerle fin al uso de este herbicida, tal es el caso de Austria,varias ciudades de Estados Unidos, Argentina, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda, entre otras. Esto es debido a que el glifosato tiene potencial cancerígeno tal como lo demuestran los más de mil estudios científicos que la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC por sus siglas en inglés), de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revisó para clasificarlo como probable carcinógeno en humanos. Asimismo, el maíz transgénico ha demostrado tener efectos negativos en la salud; las proteínas transgénicas pueden desencadenar reacciones alérgicas en humanos y ciertas moléculas presentes en el maíz transgénico actúan como radicales libres y promueven el estrés oxidativo, asociado con diversas enfermedades crónicas y degenerativas, como el cáncer y la diabetes.
Desde el inicio empresas transnacionales que promueven la agricultura industrial han realizado acciones en contra del decreto, como los más de 26 juicios de amparo en contra del mismo o las campañas de marketing tomando en cuenta únicamente argumentos económicos que benefician a unos cuantos.
En ese contexto, senadores de Estados Unidos han pedido a México replantear la prohibición de las importaciones de maíz transgénico, apelando al tratado de libre comercio (T-MEC).Debido a esta situación, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo una reunión con el secretario de estado Antony Blinken y la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo hace unos días. Pero las negociaciones no terminan ahí ya que, esa misma semana, la secretaria de economía, Raquel Buenrostro, acudió a reuniones para continuar las negociaciones del T-MEC.
Si bien México es autosuficiente en maíces blancos (híbridos y nativos) que son los que se usan en la alimentación mexicana, el maíz amarillo transgénico se utiliza principalmente para abastecer a la agroindustria y a la alimentación del ganado. Las industrias de alimentos procesados suponen graves problemas de salud y sobrepeso en la población.
Debe quedar claro que México no está prohibiendo las importaciones de maíz amarillo a Estados Unidos per se, lo que se busca es evitar que las mexicanas y los mexicanos consuman transgénicos; y México está en todo su derecho de velar por los derechos humanos de la población. Además, las y los agricultores estadounidenses son capaces de producir maíz que no sea genéticamente modificado a precios comparables, de acuerdo a una investigación de una red de productores en Estados Unidos (spectrum Non-GMO) por lo que el decreto podría alentar el desarrollo de un mercado sin Organismos Genéticamente Modificados (OGMs) en los Estados Unidos para el maíz no transgénico, algo que los consumidores estadounidenses han estado pidiendo desde hace mucho tiempo.
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador debe defender la soberanía alimentaria de México, mantenerse firme y no ceder ante las presiones de Estados Unidos, y las corporaciones agroindustriales que buscan mantener el statu quo del cual solo unas pocas empresas se ven beneficiadas.
Viridiana Lázaro Lembrino, Campañista de agricultura de Greenpeace México